Por ROCÍO ALVADO
El Perdido - Buenos Aires
Con penas por doquiery una vida de alquiler
es que sigo mi camino.
Porque así lo quiso mi destino
que yo camine lo caminado.
Estoy con el pecho ahogado
y el corazón en la mano.
Si se cae tu palabra
todo para mí es en vano.
Y si miro a los ojos de mi amigo
tengo el cielo de antemano
Porque ellos me cuentan de tristezas
pero esperanzadas
con un dios aliado existente.
Por eso mismo es que resucito de repente,
así, como una loca demente.
Y así loca y agonizante voy tras mis pasos,
queriendo volar raso por ese cielo que ellos me hacen ver
porque yo, loca, puedo volar sobre él
porque para ustedes que lo haga está más que bien.
Y en el vuelo voy sintiendo algo parecido a la magia,
¡Tan maravilloso y lleno de luz! Si, me siento tan liviana…
¡Ya no llevo mi cruz! Soy libre, ¡y el aire es tan respirable!
Ya no soy más vulnerable porque nada me lastima
ahora me toco el corazón y ya no me duele esa espina,
la cual solía molestarme.
Te vas de mi lado amor, te vas de mi lado amigo,
otra vez vino el destino a meter la mano
será que tenía que ser así,
o será que mi lección en la escuela de mi vida no aprendí.
Yo quisiera preguntarle al dios de tus ojos desde lo más remoto de mi ser:
¿Qué pecado he cometido? Es que el cielo se me ha ido
y siento miedo por mi alma, ella no está en calma, y dice que ya no podrá ver
sus ojos se han cegado desde que lo verdadero se ha negado ha trascender.
El Libro de los Talleres VI - Edit. DUNKEN - Página 41
